Quién no recuerda esa imagen donde una pequeña de tan solo cinco años sonreía en la espalda del teniente Miguel Ángel Rovira del Servicio Nacional Aeronaval (Senan), la unidad que intentaba salvarle la vida en medio de derrumbes de árboles y del lodo en la provincia de Chiriquí, tras el paso de los huracanes ETA e IOTA, pues sí, ya ha pasado un año.
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Juliana, la pequeña que sonreía mientras el teniente Rovira la cargaba en su espalda para ponerla a salvo tras quedar atrapada del otro lado de la vía que va de Chiriquí hacia Bocas del Toro, luego de viajar en bus con su abuela.
Ese 5 de noviembre de 2020, el teniente Rovira fue asignado para formar parte de la Fuerza de Tarea Conjunta en la provincia de Chiriquí, justo el ludar donde se registraban grandes derrumbes y varias personas había quedado atrapadas, ese día acudió sin imaginar que marcaría su vida para siempre, tras ser captado en una fotografía cuando una pequeña en su espalda sonreía en medio de la tragedia, dándole esta imagen la vuelta al mundo.
La unidad de Senan, recuerda como aquella fecha marcó su vida , dejando la enseñanza más grande que puede existir, la inocencia de un niño.
"Podrán estar pasando por los momentos más difíciles, pero jamás podrás quitarle a un niño que sonría, Juliana me dejo ese gran mensaje aquel 5 de noviembre, ella no medía el peligro, para ella cruzar en medio del lodo donde estaba en juego su vida y la mía, era solo diversión, su sonrisa me daba las fuerzas para seguir, a Dios siempre agradeceré por darme la oportunidad de llegar ese día y servirle a tantas personas que lo necesitaban", expresó Rovira.
La imagen inspiró a varios caricaturistas en Panamá quienes hacían eco del trabajo realizado por los estamentos de seguridad, la fotografía de Juliana y su héroe, recorría las redes sociales como polvora, miles de cibernautas se abocaron para darle una voz de aliento a los rescatistas, medios internacionales replicaron la imagen como un acto de heroísmo e inocencia en medio de la tragedia.
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ETA e IOTA, serán siempre dos huracanes que marcaron la vida de miles de panameños, de las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro, Veraguas y la Comarca Ngabe Buglé, tras la devastación que dejó a su paso y la veintena de muertos entre niños y adultos.